José Mantero

“No és pecado mientras no se sepa” es el onceavo mandamiento para la jerarquía católica


José Mantero
Ex Sacerdote y activista gay
Andalucía

La voz de José Mantero ha retumbado estos últimos años. Ha sido la cara visible de una iglesia que cambia el palio dorado por la bandera del Arco Iris. En el fondo, estar al lado del pueblo a veces te lleva a luchar activamente con la palabra y la oración, y otras veces a levantar banderas. Son diferentes opciones personales y en el fondo, política. Porque es hacer política el defender los intereses y los derechos de las minorías. Aunque a veces sus palabras son como mechas a punto de explotar, es necesario que alguien que ha vivido la religión desde dentro, salga de ella de una forma casi atómica, expandiéndose como un big bang de ideas, soluciones, rencores, desesperaciones, reflexiones, consignas políticas y discursos. Era justo y necesario.

¿Cuándo sentiste la llamada de la fe?
Cuando tenía 17 años. Antes, sí, había sido un niño educado unos años en colegio de Salesianas, luego en colegio público pero íbamos muchos cada domingo al “oratorio festivo de Don Bosco” en el colegio salesiano, donde había de todo, desde petanca y otros juegos hasta la adoración eucarística, con la que terminaba, sobre media tarde, el oratorio.
Más o menos a los 17, llegó al colegio una religiosa joven a la que todo el mundo llamaba “Cari”, si el preceptivo y usual “Sor” al que estábamos acostumbrados todos. Con ella, llegó el grupo juvenil cristiano “Cristo vive” y así me fui internando de lleno en el mundo de la “fe”.

¿Cuándo descubriste que eras homosexual?
Yo no soy homosexual. Yo soy gay. El concepto homosexualidad es un término clínico decimonónico respecto al que me declaro absolutamente en desacuerdo, pues no soy un enfermo ni un sujeto de estudios clínicos, sino alguien con una determinada orientación sexual, perfectamente natural.
Descubrí que soy gay a los 12 años, viendo con mis amigos una película (o serie, no recuerdo bien) protagonizada por un camionero joven y una chica rubia. Mis colegas babeaban ante la rubia, yo callaba porque a mí quien me hacía vibrar era el chico. Entonces me fui del salón y, en el vestíbulo previo a la cocina, me senté y me dije: “soy marica”. Fueron cinco minutos de perplejidad. Pero luego volví donde mis amigos y donde la peli, y tan fresco. Para mí siempre ha sido, salvando ese instante de perplejidad, natural –y deseado- ser gay.

¿La fe te ha ayudado o te ha impedido vivir tu homosexualidad y aceptarte como persona?
La fe siempre me ha ayudado a vivir mi orientación sexual gay con absoluta naturalidad, pues nunca encontré en ella (en la fe) nada atentatorio, condenatorio o ni siquiera de mera censura contra el ser gay y el actuar como tal.
Cosa distinta es la doctrina de la iglesia católica en asuntos de moral personal. Ella siempre nos condena. Es decir, juega al difícil equilibrio entre decir que ser gay no es pecado, pero que sí son pecados los actos gays. La iglesia católica continúa haciendo un daño terrible a la comunidad gay, insuflando y vehiculando los odios contra nosotros. Pero eso no es fe, al menos no como yo la entendía.

¿Por qué ser homosexual y sacerdote sigue considerándose un escándalo?
Ser gay y sacerdote sigue siendo considerado un escándalo por un Papa que es un gay armarizado y una corte vaticana en la que abundan los gays ejercientes armarizados. (Entrevista realizada durante el Papado de Benedicto XVI) Es decir: por hipocresía y miedo. Ellos, los jerarcas católicos, alientan los odios contra la comunidad gay. Odios fruto de su pavor a sí mismos.
Sin embargo, ser gay y sacerdote, obispo, papa o dios no es escandaloso. Ahí tienes a Jesús el Nazoreo, con gran probabilidad bisexual, a quien los cristianos confiesan como Hijo de Dios. El lo vivió sin traumas.

¿Por qué crees que fuiste suspendido a divinis, porque fueras homosexual o por el escándalo que se organizó?
Fui suspendido no por ser gay (ahí tienes al Papa y a tantos miembros del clero, que lo son y continúan ejerciendo su ministerio), sino por decirlo. En cuanto a lo que tú llamas “escándalo que se organizó”, resulta que quienes lo “organizaron” fueron los mismos que me suspendieron. Mira, por aquellos días, ese obispo ultra, Gea Escolano, llegó a hablar con el mismísimo Presidente Aznar para que hiciera algo respecto a mi salida del armario. No sé si Aznar le haría caso o se reiría en sus barbas (cosa la más probable).
“No es pecado mientras no se sepa”, es el undécimo mandamiento para la jerarquía católica. Yo lo dije, ergo fui suspendido. Así de sencillo.

Dijiste que eras gay gracias a Dios. ¿Por qué? ¿Ser gay te hace ser mejor persona? ¿Más sensible? ¿Más próximo al que sufre? ¿A las minorías?
Lo que exactamente dije fue: “Doy gracias a Dios por ser gay”. Hubiera dicho y hecho lo mismo de haber sido heterosexual, bisexual o notario mayor del reino. Si nos creemos creados por un dios, y los dioses no se equivocan (para eso son dioses), en puridad lógica y teológica Dios no se equivocó al hacernos gays; luego quiere que seamos gays. Por eso di gracias a Dios.
Ser gay no me hace ser mejor persona, como tampoco ser heterosexual me haría ser mejor persona. Hay buenas y malas personas entre los gays y entre los heterosexuales. El argumento de la sensibilidad me parece un topicazo infumable, seguramente producto de una “compasiva” mentalidad homofóbica que asocia con la condición gay determinadas actitudes no sensibles sino blandengues incluso.
Hay gays nada próximos al que sufre. Sin ir más lejos, el Papa o aquellos próceres gays que forman parte de la “movidita” gay profesionalizada. Sí me hace estar más próximo al que sufre el hecho de ser un represaliado.

Un sacerdote de unos 60 años te recriminó haber salido del armario, porque de no haberlo hecho hubieras podido vivir toda la vida bien con sueldo y feliz. Eras feliz? Lo eres hoy?
Este sacerdote de Tarragona (de un conocido cuarteto sacerdotal tarraconense, todos gays y clientes de saunas gays), me dijo que fui tonto por haberlo dicho, sí. El continúa con sus múltiples amantes (cosa que no le recrimino en absoluto: cada cuál allá con sus cosas)y siendo sacerdote en activo. Respecto a tus preguntas, sí, era y soy feliz. No echo nada en falta.

¿Tuviste alguna crisis de fe por el hecho de ser gay?
No, ninguna, ¿por qué habría de haberla tenido? Si crees y tienes una creencia documentada, ser gay es algo propiciado, modelado y querido por Dios. Luego es natural y deseable, no objeto de crisis.

¿El matrimonio cristiano solo debe ser entre hombre y mujer?
Si la respuesta fuera afirmativa, ¿dónde quedarían San Sergio y San Baco, esposos cristianos cuyo matrimonio bendijo la iglesia, o Santa Justa y Santa Rufina, esposas cristianas, cuyo matrimonio bendijo la iglesia? El matrimonio cristiano debe tener lugar entre dos personas que se aman, independientemente de su género.

¿Te confesaste a otro sacerdote antes de hacer pública tu homosexualidad?
Ser gay no es pecado, sino algo creado y querido por Dios. Por lo tanto, no es materia de confesión. No, nunca me confesé de ser gay, es una imbecilidad eso.

¿Algún homosexual se te confesó alguna vez? Qué le dijiste? Sino, qué le hubieras dicho?
¡Muchas veces! La población gay en el seno de la iglesia católica es sensiblemente superior a la de la sociedad general. Además, al estar los gays maltratados por la jerarquía, se sienten mal, se perciben a sí mismos como monstruosos pecadores y se confiesan de su monstruoso pecado. Recuerdo especialmente dos confesiones en este sentido. La primera, de un compañero sacerdote, que se confesó diciéndome que se masturbaba pensando en personas de su mismo sexo. Le dije que personas de su mismo sexo eran hombres. No fue capaz de asentir… Un chico, en la romería del Rocío, vino a mi confesionario y se confesó de ser gay. Le dije: mírame a los ojos, ¿tienes ante ti a un monstruo? No, padre, me contestó. Bien, pues yo también soy gay.